Proyecto
La Cámara de Diputados de la Nación
DECLARA:
La adhesión al “Día Internacional del Libro y del Derecho de Autor” a conmemorarse el 23 de Abril, en el IV centenario de las muertes de Miguel de Cervantes, William Shakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega.
FUNDAMENTOS
Proyecto
Señor presidente:
El Día Internacional del Libro es una conmemoración celebrada a nivel mundial con el objetivo de fomentar la lectura, la industria editorial y la protección de la propiedad intelectual por medio del derecho de autor. Fue promulgada por la UNESCO en 1995 y se celebra cada 23 de abril.
Su adhesión internacional fue inmediata, tanto es así que desde 2008 eran más de un centenar de países los que se plegaron al festejo, entre ellos el nuestro.
El 23 de abril no fue elegido de casualidad, por el contrario, coincide con el fallecimiento de Miguel de Cervantes, William Shakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega en la misma fecha en el año 1616 (aunque hay dudas que estas fechas sean correctas se las ha dejado por el enorme valor simbólico que estos gigantes de las letras tienen).
También fallecieron ese día William Wordsworth (en 1850) y Josep Pla (en 1981).
La Unión Internacional de Editores propuso este día a la Unesco, con el objetivo de fomentar la cultura y la protección de la propiedad intelectual para el autor. Una vez aceptada la propuesta, la Conferencia General de la Unesco la aprobó en París el 15 de noviembre de 1995 y a partir de entonces el 23 de abril es el "Día Internacional del Libro y del Derecho de Autor".
Desde el año 2001 además, la UNESCO designa a una ciudad como Capital Mundial del Libro, de tal manera que esta conmemoración tenga su celebración específica en distintos lugares del mundo. La primera ciudad en elegirse fue Madrid, ya que en España comenzó este movimiento para conmemorar la importancia del libro y la industria cultural. En 2010 Buenos Aires tuvo el honor de ser elegida para convertirse en el foro mundial de encuentro para los hombres y mujeres de letras.
Para este año 2017, el mensaje de la Sra. Irina Bokova, Directora General de la UNESCO, es: “El Día Mundial del Libro y Derecho de Autor” es una oportunidad para poner de relieve el poder de los libros para promover nuestra visión de las sociedades del conocimiento integradoras, plurales, equitativas, abiertas y participativas para todos los ciudadanos. Se dice que el grado de humanidad de una sociedad se mide según la forma en que trata a los más vulnerables de sus miembros.
Si aplicamos esta máxima a los libros y sobre todo los que están disponibles para las personas con discapacidad visual o con discapacidades físicas o de aprendizaje (por diversas causas), constatamos que existe en este campo una "hambruna".
Según la Unión Mundial de Ciegos, aproximadamente una de cada 200 personas en el mundo-39 millones de nosotros-no puede ver. Otros 246 millones han reducido considerablemente la visión. Estas 'personas con discapacidad visual' o 'personas con problemas de lectura' pueden tener acceso a aproximadamente el 10% de toda la información escrita y las obras literarias que pueden leer las personas sin ningún problema de visión.
En el marco de la Convención, la UNESCO trabaja para promover una mejor comprensión de las cuestiones relacionadas con la discapacidad y movilizar el apoyo para el reconocimiento de la dignidad, los derechos y el bienestar de las personas con discapacidad, así como los beneficios de su integración en la sociedad.
Este es el espíritu por el cual la ciudad Conakry, Guinea, ha sido designada Capital Mundial del Libro 2017, en reconocimiento a su programa de promoción de la lectura entre los jóvenes y grupos desfavorecidos”.
Estos recordatorios son muy necesarios, ya que a pesar de tantos avances tecnológicos afortunadamente aun el libro sigue siendo un elemento imprescindible para diversas cuestiones, entre ellas que las distintas culturas encuentren en sus escritores la mejor garantía de preservar las características propias que les dan identidad.
Lo escrito no solo se ve a través del libro, ya que en muchas ocasiones lo trasciende como manifestación cultural, así es que el teatro o el cine como obras de arte, antes de ser expuestas debieron escribirse, por lo que antes que un director hubo un escritor.
Claro que esta manera de expresar los hechos de una sociedad dada, lleva naturalmente a reflejar sus preocupaciones y con ellas sus reclamos, sus miedos y sus exigencias y estas voces sociales no siempre han sido bien vistas cuando el autoritarismo gobierna.
Nuestro país, lamentablemente, es un claro ejemplo de cómo un gobierno puede poner a la expresión más cabal de la cultura popular que es la palabra escrita, como un peligro para el Estado. Entre 1976 y 1983 (para tomar sólo la última dictadura) se prohibieron centenares de obras y los artistas fueron encarcelados, obligados al exilio o directamente muertos o desaparecidos.
Hay un caso que sobresale en este tema por sobre otros horrores, hace 36 años, por orden judicial, se produjo la quema de 24 toneladas de libros y fascículos del Centro Editor de América Latina (CEAL) dirigido por el mítico editor y matemático Boris Spivacow y que tenía como lema "Más libros para más", ofreciendo ediciones de calidad a precios económicos. En palabras de Spivacow: "el CEAL no se presentaba como un negocio, se presentaba como una empresa cultural que quería llevar adelante un plan intelectualmente importante". Muchos escritores hoy reconocidos, fueron parte de este proyecto editorial.
El 26 de junio de 1980, los libros fueron trasladados en camiones por efectivos policiales desde el depósito que la editorial alquilaba en la calle Agüero -actual Crisólogo Larralde- y O´Higgins hasta el baldío ubicado en la calle Ferré, entre Agüero y Lucena.
Se estima que ese día se incineraron de un millón y medio de ejemplares, unas once toneladas de libros y fascículos.
Lo que demuestra este triste acontecimiento es que para los dictadores (de aquí y de cualquier lugar del mundo) el acceso a la lectura es un peligro para sus intereses. Su preocupación era evitar el acercamiento de la mayoría de la gente a la educación y el libre acceso a las diferentes corrientes de pensamiento, con el fin de prolongar en el tiempo su régimen nefasto. Sabían que no alcanzaba con las armas apuntando al pueblo, buscaban que la ignorancia popular se apodere del consiente social y con eso sostenerse en el tiempo.
Afortunadamente no tuvieron éxito, las luchas del pueblo argentino iba a derribar al régimen, lo que nos ha permitido la experiencia inédita de llevar más de 30 años pudiendo leer lo que nos venga en ganas.
Es a través de los libros que se canalizan nuevas corrientes de pensamiento, la literatura, la historia, el conocimiento. Pretender limitar el acceso a los libros es censurar las posibilidades de crecimiento de un pueblo.
Recordar su importancia y la de sus autores es una obligación que la política no debe olvidar nunca.
Por estas consideraciones solicitamos a nuestros pares la aprobación del presente proyecto.
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