Proyecto
La Cámara de Diputados de la Nación
RESUELVE:
Declarar de interés de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación el “espacio cultural Bar Piglia” y el mural allí instalado del artista Miguel Repiso, ubicado en la Biblioteca del Congreso de la Nación, por su aporte a la divulgación de la cultura nacional a través de actividades literarias, artísticas, académicas y políticas.
FUNDAMENTOS
Proyecto
Señor presidente:
El Bar Piglia es un espacio cultural que funciona desde el 21 de marzo del corriente año en la planta baja del edificio de la Biblioteca del Congreso de la Nación, en la calle Adolfo Alsina 1835. Desde su inauguración, luego de un enorme trabajo de puesta en valor, el Bar Piglia ha sido sede de numerosas actividades culturales como presentaciones de libros, muestras fotográficas, exposición de archivos, charlas académicas sobre asuntos de interés público y hasta conversatorios políticos donde referentes de diversas extracciones hicieron muestra de su calidad y capacidad democrática, en verdaderos diálogos abiertos al intercambio entre pares y con la comunidad.
Su inauguración, a mi cargo por ser Presidenta de la Comisión Administradora de la Biblioteca del Congreso de la Nación y mentora de la iniciativa, fue acompañada por destacados hombres y mujeres de las letras, como los escritores Edgardo Cozarinsky, María Sonia Cristoff y Alan Pauls, el crítico Daniel Link, la editora Ana Laura Pérez; de las artes, como el pintor Daniel Santoro, y la directora teatral Vivi Tellas; de la academia, como Florencia Garramuño, Adriana Rodríguez Pérsico y Nora Domínguez; y también del mundo político, como Emilio Monzó, Héctor Recalde y otros amigos y lectores de la biblioteca. Por su amplia repercusión en medios nacionales e internacionales, se constituyó en uno de los hitos culturales del año.
La decisión de bautizar al bar de la Biblioteca con el nombre de Ricardo Piglia surgió con el escritor en vida. Iba a ser él quien diese inicio a un ciclo literario denominado "Palabra viva" como invitado especial, a pesar de su delicada salud. Para ello, Piglia escribió unas palabras acerca de la importancia del rol de la Biblioteca del Congreso de la Nación en su vida y en la política. Pero la muerte del escritor se interpuso, y eso necesariamente redimensionó el proyecto. El escrito dedicado al Bar se constituyó en su último texto literario, un incunable en el acervo cultural argentino, que hoy se encuentra expuesto permanentemente para toda la ciudadanía en la entrada del bar.
En ocasión de la inauguración, María Moreno, la coordinadora del ciclo literario que iba a encabezar Ricardo Piglia, reflexionó: “¿Por qué bautizar “Piglia” a un bar? La pregunta debería ser otra: ¿Cómo no llamarlo así? Porque para Ricardo Piglia los bares de las ciudades en que vivió fueron también escritorio abierto –allí escribió los borradores de sus novelas, tomó apuntes para las colecciones de libros que dirigió, bosquejó ensayos destinados a las revistas literarias de las que participó-; sala de encuentro con otros conspiradores de la trama cultural y política -David Viñas, José Szabón, Roberto Jacoby, Héctor Schmucler… –; biblioteca personal –para leer desde Dostoievsky a García Márques o estudiar el fetichismo en El capital de Marx en la confitería La Modelo de La Plata-; y refugio de activista como cuando, durante una manifestación de protesta contra la invasión de EEUU a Santo Domingo, ante el ataque de los cosacos, corrió desde Congreso hasta La Opera de Corrientes y Callao. La primera entrada de Los diarios de Emilio Renzi, Nuestros años felices se titula En el bar y comienza con el protagonista acodado en la barra de El cervatillo."
El nombre es, por supuesto, un homenaje a quien fuera el escritor argentino más influyente sobre nuestros autores contemporáneos. Influencia que fue posible gracias a su capacidad para establecer cercanía con sus colegas y discípulos; para comprometerse en lenguajes a veces tan lejanos para los escritores, como los de la radio y la televisión; y por eso ha dejado una huella imborrable en la memoria de todos los que tuvieron el privilegio de conocerlo, y en los que sin haberlo conocido, supimos admirarlo profundamente.
Además de su reconversión por las actividades allí desarrolladas, el bar cuenta con un enorme mural, creado y pintado por Miguel Repiso bajo la técnica de la "pintura en vivo", que se ha convertido en toda una experiencia cultural para el visitante. Cada visita por el lugar permite descubrir nuevos trazos del artista.
A lo largo del año, más de 2000 personas han acompañado las actividades que se han ido desarrollando. El ciclo “Conversaciones sobre Política y Periodismo” contó con la presencia de Nora Veiras, Emilio Ruchansky, Daniel Lipotezky, Diana Conti, Noelia Barral Grigera, Gabriel Sued. En los conversatorios sobre derechos humanos participaron Taty Almeida, Horacio Pietragalla, Elizabeth Gómez Alcorta, Silvana Lánchez, Coco Garfagnigni, Lita Boitano, Mara Brawe. En relación a las presentaciones de libros, se pudo disfrutar de: "El otro yo", de Noelia Barral Grigera y Esteban Rafele, con Alejandro Bercovich, Martín Sivak; "El negro corazón del crimen", de Marcelo Figueras, con Elsa Drucaroff y una teleconferencia con el Indio Solari; y "Desendeudar y y fugar", de Eduardo Basualdo, con Horacio Verbitsky, Axel Kiciloff y Alfredo Zaiat.
Pero, sin lugar a dudas, el esfuerzo más sentido ha sido el ciclo “Palabra Viva”, pensado como un espacio de reconocimiento en vida a la obra de nuestros escritores contemporáneos. Con él se busca defender y mantener la palabra viva, en circulación permanente, y para ello nada mejor que un bar.
El Bar Piglia es un lugar donde alojar los testimonios escritos de esta época, lejos de la academia y la cultura “culta”, y cerca del lenguaje de nuestros tiempos tormentosos. Un lugar donde los homenajes se expresan en vida y donde el Congreso se abre a la vida cultural de la nación.
Por todo lo expuesto, solicito a mis pares que acompañen esta iniciativa.
Proyecto