Proyecto
La Cámara de Diputados de la Nación
DECLARA:
Que vería con agrado que el Poder Ejecutivo, promueva a través de la Comisión Nacional Argentina para la UNESCO (CONAPLU) la incorporación de la “Fiesta del Tinkunaco”, que se celebra el 31 de diciembre desde el año 1593 en la provincia de la Rioja, como patrimonio cultural inmaterial.
FUNDAMENTOS
Proyecto
Señor presidente:
Venimos a presentar este proyecto de declaración con el objeto de impulsar en concordancia con la legislatura de la Rioja la promoción de la Fiesta ancestral del Tinkunaco como patrimonio cultural inmaterial de mi provincia para los argentinos y el mundo entero.
El hombre, como ser social, modifica su medio natural, construye obras arquitectónicas y urbanísticas, moldea objetos, en definitiva, crea, diseña y produce bienes materiales concretos y tangibles. Estas expresiones adquieren un sentido completo sólo cuando puede revelarse, más allá del objeto en sí, su valor subyacente. El hombre construye también otro tipo de manifestaciones a las que les otorga una significación particular, las que se expresan en una forma intangible e inmaterial. Son los bienes que dan cuenta de una identidad enraizada en el pasado, con memoria en el presente, reinterpretadas por las sucesivas generaciones, que tienen que ver con saberes cotidianos, prácticas familiares, entramados sociales y convivencias diarias. Estos bienes hablan, por ejemplo, de la singularidad de ciertos oficios, músicas, bailes, creencias, lugares, comidas, expresiones artísticas, rituales o recorridos de "escaso valor físico pero con una fuerte carga simbólica", a esta suma de patrimonios diversos los denominamos Patrimonio Intangible. Todas sus manifestaciones son complejas, dinámicas y por lo tanto modificables y mantienen una interdependencia mutua.
Tanto el Patrimonio Tangible, como el Intangible componen el Patrimonio Cultural de cada grupo social. Se construyen históricamente, como resultado de las interacciones sociales, y otorgan especial sentido de pertenencia e identidad a la sociedad que los originó. Mantienen entre sí una relación dialéctica ya que lo "tangible logra mostrarse en toda su riqueza en tanto deja al descubierto su alma intangible. Por su parte lo intangible se vuelve más cercano y aprehendible en tanto se expresa a través del soporte de lo material".
El Patrimonio Intangible impregna cada aspecto de la vida del individuo y está presente en todos los bienes que componen el Patrimonio Cultural: monumentos, objetos, paisajes y sitios. Todos estos elementos, productos de la creatividad humana, y por lo tanto hechos culturales, se heredan, se transmiten, modifican y optimizan de individuo a individuo y de generación a generación. Gran parte del patrimonio de los pueblos es invisible, porque reside en el espíritu mismo de sus culturas y subculturas.
La Fiesta del Tinkunaco es un hecho cultural que se realiza desde 1593, y es por ello que mediante esta iniciativa solicitamos se la incluya en el listado que elabora la UNESCO anualmente, como patrimonio cultural inmaterial de nuestro país.
Antecedente Legislativo:
La Fiesta del Tinkunaco fue declarada Patrimonio Cultural Intangible mediante Ley 9841/16, conforme a la Ley 6.589 de la provincia de la Rioja, Ley Nacional 26.118 y Convenciones Internacionales ratificadas por nuestro país.
Historia:
El Tinkunaco, “encuentro de Dios con el pueblo” en lengua quechua, conlleva la emoción indescriptible de buscar protección y agradecer a la vez por las bendiciones recibidas. El pueblo de la provincia de La Rioja elige al Niño Divino como Alcalde del mundo y, a San Nicolás como su lugarteniente en la tierra.
Hace 421 años, en la provincia del norte argentino, diciembre no sólo significa el final del calendario de un año transcurrido, sino también la fecha para renovar las promesas pedidas al Santo Patrono, San Nicolás de Bari, anhelando iniciar un nuevo período, y aceptando con humildad que el Niño Jesús Alcalde es la única autoridad ante quienes rendirán honor y pleitesía cada día que comience, a partir de allí.
La fecha se establece como recuerdo de los acontecimientos vividos durante la Pascua de 1593, donde los españoles bajo las órdenes de don Juan Ramírez de Velasco, fundador de la Ciudad de Todos los Santos de la Nueva Rioja, recurren a los oficios de Francisco Solano, jesuita que -con su crucifijo, violín y breviario de plegarias- logró restablecer la armonía entre colonizadores y diaguitas, quienes habitaban estas tierras. Desaparecería entonces la opresión del renovado poder español que oprimía a los colonizados.
La historia rememora que a las 12:00 horas de ese 31 de diciembre, día en que los españoles renovaban sus autoridades, comenzaría a cambiar la historia para un pueblo netamente religioso, donde los padres jesuitas recogerían en detalle cada tramo de la ceremonia que restableciera la paz entre dos civilizaciones, revalorizando los sentimientos populares originarios a través de una celebración religiosa.
El Monumento al Tinkunaco fue creado por el artista plástico Mario Aciar. Se encuentra ubicado frente a la Iglesia de Las Padercitas.
El encuentro histórico
Desde el templo de San Francisco de Asís parten los Aillis (cofradía en que se organizaron los diaguitas), que son los devotos del Niño Alcalde (Jesús Niño) portando su imagen en la procesión (Ailli es una voz quechua que significa triunfo, victoria), vistiendo vincha y poncho y en ambos atuendos un espejito. Presididos por el Inca (cargo renovado hereditariamente), cantan al compás de su caja y del arco un antiguo himno “Año Nuevo Pacarí”, como usaba el Inca del Perú.
Desde la Iglesia Catedral parten los alféreces (cofradía en la que se organizaron los españoles), usando banda y alzando una bandera en forma de globos como bandera arriada en tiempos de paz. El Alférez Mayor (cargo electivo que se renueva todos los años), es acompañado por 12 Apóstoles y 12 Aspirantes con sus correspondientes estandartes.
A las 12 en punto ambas procesiones se encuentran frente a Casa de Gobierno. La imagen de San Nicolás, con todo el pueblo reunido, se arrodilla tres veces ante el Niño Alcalde, reconociendo en él, al Señor.
El colorido ancestral de las vestimentas de Aillis y Alféreces se conjuga con los sentimientos populares reviviendo año tras año los pasos de la tradicional ceremonia y replanteando su hondo significado.
Los Aillis entonan un tradicional canto aborigen, en quechua y en castellano. Sin embargo Aillis y Alféreces se igualan tomando una misma actitud, para que haya fusión o encuentro entre esos dos pueblos. Estrecharse en un fuerte abrazo con quien está al lado simboliza la alegría de haber alcanzado el objetivo, Diaguitas y Españoles han dado origen a una nueva comunión: el Pueblo Riojano.
Se reconocerá la autoridad superior en el Niño Dios y, entregará por ello la Llave de la Ciudad, para que el 3 de Enero se despidan las imágenes concluyendo las fiestas. El Jefe Municipal capitalino recibirá –como cada año- de parte del Niño Jesús Alcalde, la Biblia con el acompañamiento del rezo del Pueblo: “Según esta Ley queremos ser gobernados”.
La tradición del Niño Alcalde
La imagen del Niño Jesús Alcalde fue encontrada por San Francisco Solano, en un momento trascendente de la historia de la provincia de La Rioja, donde más de 20.000 diaguitas cansados de las injusticias que padecían por parte de los españoles se levantaron en armas para destruir la ciudad. El padre jesuita imponía entonces la imagen del Niño Dios como alcalde de la ciudad y verdadera Autoridad del Pueblo. Esta celebración tan particular, que data desde hace 421 años, emociona al pueblo peregrino no sólo riojano sino también a quienes desde distintas latitudes llegan buscando la protección de Dios como único y supremo.
Joaquín V. González relataba en su obra “Mis Montañas” que “los padres jesuitas dieron forma litúrgica y social al hecho histórico, organizando una cofradía de indígenas devotos al milagroso apóstol y, a su divino protector. Eligieron el más respetable de los indios convertidos, y lo cubrieron con la regia de los Incas; dieron el gobierno inmediato de todas las tribus sometidas y el carácter de gran sacerdote de la institución, como un trasunto del que revestía el emperador del Cuzco. Los caciques obtuvieron el nombre y oficio de alféreces, o caballeros de la improvisada orden, especie de guardia montada que obedecía idealmente al Patriarca conquistador”.
Señor Presidente, diversa, desigual, jerárquica, devota, obediente, unificada en las diferencias sociales que la demarcan. Así se muestra la Rioja durante la Fiesta de Tinkunaco, allí se condensa y aglomera en un mismo tiempo y espacio -y por única vez en el año- a la totalidad de sus representaciones, a esos que somos durante el resto de los días.
Pero la fe no está desvinculada del modo en que se experimenta la existencia, de cómo se vive, de las limitaciones, las necesidades, las postergaciones, de la desigualdad. Son todos fieles, pero en condiciones desiguales de existencia y eso, en una sociedad como la riojana, donde ciertos tipos de desigualdades son diariamente reproducidas, se pueden ver todas reunidas en esta gran celebración. Toda esa diversidad, esa heterogeneidad y esas jerarquías están expresadas ahí.
Señor Presidente, por el valor histórico que significa la “Fiesta de Tinkunaco”, y por lo expuesto, es que solicito la aprobación del proyecto de declaración.
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