A través de una poética propia, Reflejo se nos presenta a modo de testimonio: esa acción de volver hacia atrás, de ver lo reflejado. Es que Marín, en una combi VW Safari, realiza un largo viaje por el continente americano entre 1975 y 1978 y entra en contacto con las antiguas culturas americanas, que serán tema y huella material en sus posteriores obras gráficas. La artista trabaja los colores dividiéndolos por zonas, a la vez que emplea rodillos y tintas transparentes, todo ello acentuado por el uso de un marco incorporado sobre el que se ubica el cuadro central. En palabras de la artista: “ Reflejo es una obra que justamente da cuenta de un sector de muro antiguo donde las rugosidades están presentes como paso del tiempo”. A estos trabajos, Marín los llamó La memoria interna del hombre, los muros como testigos de la historia, de lo acontecido.