El Palacio del Congreso de la Nación Argentina es el edificio donde desarrolla sus actividades el Congreso de la Nación de la República Argentina.
Construido alrededor del kilómetro cero de las Rutas Nacionales, se encuentra ubicado en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en la manzana limitada por la Avenidas Rivadavia y Entre Ríos, y las calles Combate de Los Pozos e Hipólito Yrigoyen, con una superficie de manzana de 12.079,60 metros cuadrados.
La grandiosidad del Palacio del Congreso Nacional, no solo por el tamaño, sino por la escala y sus proporciones, se enmarca desde la Avenida de Mayo a través de las Plazas del Congreso, para tener una de las más bellas vistas de Buenos Aires. Realzada tras las siluetas del Monumento a los Dos Congresos y la estatua El Pensador, de Auguste Rodin, detrás de la cual aparece el simbólico monolito blanco del kilómetro Cero.
Breve Historia
La Ley 3.187, sancionada el 20 de noviembre de 1894, autorizó al Poder Ejecutivo a construir el Palacio, invirtiendo la cantidad de 6.000.000 de pesos moneda nacional. El 20 de febrero del año siguiente, se decretó el llamado a Concurso Internacional, y se fijó el 12 de octubre de 1895 como fecha para la presentación de los proyectos.
Debemos el proyecto que le dio origen, al arquitecto italiano Vittorio Meano, quien dirigió las obras hasta su fallecimiento. Éstas luego quedaron a cargo del arquitecto e ingeniero belga Jules Dormal.
La obra fue iniciada en agosto de 1897 y hasta su inauguración, fueron contratados mil operarios. Si bien fue inaugurado en 1906, las obras fueron finalizadas recién en 1946, por lo que se completó casi 50 años después de su planificación.
Al iniciarse el 45º período de sesiones ordinarias del Poder Legislativo de la Nación, con el mensaje que el Presidente José Figueroa Alcorta dirigiera a ambas Cámaras, reunidas en asamblea el 12 de mayo de 1906, quedó formalmente inaugurado el nuevo edificio del Congreso Nacional. El edificio fue declarado Monumento Histórico y Artístico Nacional por decreto de diciembre de 1993.
Entre 1995 y 1999 se encaró una restauración integral de sus fachadas por parte de la Comisión de Tecnología de la Construcción del Centro Argentino de Ingenieros.
Arquitectura
El renovado gusto por el arte clásico, luego de la convalidación del eclecticismo a fines del siglo xix, determinó la elección del estilo grecorromano, dentro del academicismo italiano del proyectista, quien complementó la escenografía de las decoraciones, a través de esculturas y relieves.
Fachada
Las alturas de las fachadas son de 27,50 metros sobre Hipólito Yrigoyen y 23,60 metros sobre la Av. Entre Ríos, Av. Rivadavia y Combate de los Pozos.
La entrada principal, llamada Entrada de Honor está ubicada en la avenida Entre Ríos, en un atrio central decorado con seis columnas estilo corintio que soportan un frontón triangular, y la puerta está custodiada por dos cariátides de mármol.
El acceso de los Diputados Nacionales se encuentra sobre la avenida Rivadavia, y el acceso para los Senadores, sobre la calle Hipólito Yrigoyen.
Detrás del enrejado del frente ubicado sobre la calle Pozos se encuentran dos puertas más de herrería artística, flanqueadas por cariátides de bronce.
Para la inauguración del Palacio en 1906, se emplazaron sobre pedestales y a los costados de la escalinata principal, dos grupos escultóricos de la artista argentina, Dolores Mora de la Vega de Hernández, “Lola Mora” (1866-1936), con alegorías que simbolizaban la Libertad, el Comercio, la Paz y la Justicia. Las figuras humanas desnudas fueron rechazadas por el pundonor reinante en la época, lo que, sumado a los cuestionamientos por los mayores costos denunciados a la Comisión Investigadora, determinaron el retiro de las esculturas en 1916. Finalmente, dichas obras fueron trasladadas a San Salvador de Jujuy. Sería de gran importancia la recuperación de este grupo escultórico, para devolver de esta manera, su fachada original.
Continuando con la descripción de la fachada, arriba del atrio y por debajo del tímpano, está esculpida en el friso la inscripción “Congreso Nacional”.
La cubierta a dos aguas sobre el frontón, tiene en cada extremo de la parte inferior de sus faldones, esculturas con figuras de “leones alados”. Sobre el pináculo del frontón hay una escultura de piedra con el Escudo Nacional.
Por encima del frontón y las cornisas hay profusa ornamentación con guirnaldas, vasijas, redondeles y mascarones. Las esculturas que rematan la parte superior externa, simbolizan los poderes del Estado.
Las cubiertas a cuatro aguas de los cuerpos esquineros del Palacio, tienen en sus cumbreras, Victorias aladas de bronce, que resuenan sus largas trompetas, y en su otra mano alzan un laurel. A su lado un niño sostiene una tea encendida en una de sus manos.
Siguiendo la descripción hacia arriba, detrás del frontón hay una gran plataforma ornamentada de igual ancho al del frontón triangular, que sirve de apoyo a una base cuadrada de 15 metros de lado, sobre la que se encuentra La Cuádriga, obra de 8 metros de altura y 20 toneladas de peso, fundida en bronce y ejecutada por el escultor veneciano Víctor de Pol. El carro tirado por cuatro caballos en distintas posturas, representa la República Triunfante. La Victoria alada que lo conduce, simboliza la voluntad del país, avanzando liberado. En su mano izquierda lleva las riendas, representando a la democracia manejada por el pueblo y en la derecha una rama de laurel. El conjunto escultórico, se proyecta un metro hacia adelante de la base cuadrada, en dirección hacia el Río de la Plata.
Cúpula
El gran remate cupular, se apoya en un basamento cuadrado ubicado en el centro del Palacio. Sobre dicho basamento, apoya un tambor circular de 20 metros de diámetro, del cual emergen columnas jónicas con cuatro cuerpos salientes, coronados por frontones triangulares que miran a los puntos cardinales.
Finalmente, en 1946, se concluyó con los revestimientos pétreos exteriores que aún faltaban en la fachada curva sobre la calle Pozos, que corresponde al recinto de la Cámara de Diputados.
El Interior del Palacio
Avanzando por la entrada de honor, sobre la Avenida Entre Ríos, se alinean el peristilo de acceso con su portal de cariátides, el vestíbulo, el hall, el Salón Azul, el Salón de los Pasos Perdidos y, finalmente, el hemiciclo de la Cámara de Diputados. El Palacio comprende un subsuelo, un piso bajo y tres superiores.
Exteriormente, el piso bajo constituye un basamento de granito gris sobre el cual apoya un intercolumnio de orden corintio que abarca la altura de los dos pisos siguientes. El tercero forma el ático en que remata el edificio. Una amplia escalinata flanqueada por la rampa para carruajes, conduce a un peristilo hexástilo con frontón triangular.
Sus oficinas abarcan 7 mil metros cuadrados de esa superficie y más de 430 metros cuadrados corresponden a los patios, en tanto pasan de 1100 el número de aberturas, entre puertas y cerraduras.
El Salón de Pasos Perdidos exhibe dos grandes óleos sobre telas: una de ellas representa el debate de los Constituyentes del 21 de abril de 1853, del artista argentino Antonio Alice (1886-1943), obra constantemente reclamada como propia por la Legislatura de la provincia de Santa Fe; la otra obra es del uruguayo Juan Manuel Blanes (1830-1901), pintor de cuadros históricos que desarrolló parte de su obra bajo el mecenazgo del General Justo José de Urquiza, a quien le decoró su Palacio de San José en la provincia de Entre Ríos. En este salón, los vitreaux que se observan representan: la ciencia, los recursos económicos, las artes, el trabajo y la guerra.
El Salón Azul, punto medio exacto de toda la edificación, es intercameral. En él se ubicó el templete que guarda el libro en el que fue escrito el texto de la Constitución de 1853 y también en él fueron velados los restos de los presidentes Juan Domingo Perón, el último fallecido en el ejercicio de su mandato —el tercero de su vida política—, y Arturo Illia, como tantos otros prominentes políticos y prestigiosos legisladores.
El Palacio del Congreso de la Nación, monumento histórico y artístico nacional, nos representa como pueblo y Nación. Sensibilizar a la comunidad acerca de su propia herencia cultural y su patrimonio, es posibilitar las medidas tendientes a su preservación y rescate.
Restauraciones
Antes de cumplirse los 90 años desde la inauguración del Palacio en 1906, el intenso tránsito automotor y la polución ambiental urbana, habían impactado sobre las cuatro fachadas, en sus revestimientos, esculturas, mármoles, metales, maderas, vitrales y cubiertas.
Como antecedente de las Obras de Restauración, se debe mencionar al Proyecto Rehabilitación de Fachadas del Congreso de la Nación, elaborado por la Oficina Técnica del Programa de Rehabilitación de Avenida de Mayo (P.R.A.M.), entregado el 25 de Junio de 1992. El proyecto comprendía relevamientos fotográficos y planimétricos, análisis y diagnósticos de las patologías, y el pliego general de especificaciones técnicas para el llamado a licitación.
Los deterioros en revestimientos, cornisas y ornamentos, fueron decisivos para encarar en 1995 trabajos integrales de limpieza y consolidación, para restaurar las piedras originales y reponer los ornatos faltantes, tomando como modelos los existentes, para la ejecución de los moldes.
La presencia de humedad y la atmósfera agresiva, fueron las principales causas de los deterioros en las fachadas y las patologías observadas, permitieron analizar el comportamiento físico-químico de los materiales empleados en la construcción. Las piedras calcáreas, utilizadas como revestimientos, ante la presencia del agua y la atmósfera corrosiva urbana, con sus sulfuros, transformaron los carbonatos de las piedras en yeso que se desprendía, volviendo más porosa la fachada donde penetraba la humedad. Corresponde aclarar que hasta el segundo piso se revistió con piedra granítica, que no sufrió el mismo deterioro químico que las calcáreas, pero en cambio el granito de la planta baja, fue objeto de ataques vandálicos con pintadas y grafitis. La corrosión química en el acero, por la acción del agua que entraba a través de los desprendimientos y fisuras, se incrementaba con las aguas ácidas sulfatadas, pues no permiten las reacciones alcalinas que forman las capas protectoras del acero. También las fisuras posibilitan que raíces vegetales penetren, creando efectos de cuña, tal como señala el Ing. Civil E. Ricucci Barrionuevo en “Tecnología para el Mantenimiento”.
Para reparar las fisuras con morteros similares a los revestimientos pétreos, se efectuaron ensayos en el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), determinando las dosificaciones de mezclas que imitaran las piedras originales para su consolidación. También el mortero elegido, diluyéndolo, se lo utilizó como pintura.
Además fueron causas concurrentes de las patologías corregidas:
a) Intervenciones anteriores desacertadas;
b) Detalles constructivos de las cornisas;
c) Colocación de artefactos de aire acondicionado;
d) Fijación de ornatos, y
e) El guano ácido de las palomas.
A mediados del siglo xx, se efectuó una limpieza de las fachadas mediante arenado, que aceleró la erosión de las piedras calcáreas.
En los coronamientos y cornisas, con la pendiente hacia la calle, el agua de lluvia chorreaba manchando el muro hacia abajo. Se cambió la inclinación, produciéndose el escurrimiento hacia canaletas que conducían a los desagües pluviales interiores. Eliminando el agua retenida, también se evitó la proliferación de mosquitos, musgo y verdín.
La instalación de artefactos individuales de aire acondicionado, había causado roturas en fachadas y carpinterías.
Otro detalle constructivo, modificado por la corrosión ocasionada, fue el reemplazo para la fijación de ornatos, de los pernos de acero que se oxidaban y manchaban las fachadas, por otros de bronce y plomo.
Para evitar el efecto corrosivo del guano ácido, sin recurrir a métodos cruentos, se colocaron ahuyentapalomas con pinches metálicos, para que no se posen y hagan nidos en las cornisas y ornamentos.
Teniendo en cuenta, que la autenticidad de la restauración excluía la pintura, se decidió efectuar la limpieza mediante hidrolavado.
La importante tarea, que demandó más de cuatro años, permitió recuperar el color original gris claro con vetas rosadas de los revestimientos. Mientras tanto, en el extremo opuesto a la Fachada Principal, se estaba produciendo un festín de la corrosión, en las artísticas rejas de hierro forjado, sobre la línea municipal de la calle Pozos —que hoy ya tiene partes destruidas y un avanzado deterioro—, cuya reparación requerirá costos varias veces mayores a los simples repintados omitidos.
La intención es advertir sobre los deterioros progresivos, ocasionados por descuidos prolongados, y la necesidad de sistematizar los controles y el mantenimiento para cumplir eficazmente con la obligación de conservar este declarado Monumento Histórico y Artístico Nacional.
Debemos incorporar la noción de perdurabilidad, que trajo implícita la concepción del monumental Palacio del Congreso, magnífica obra encarada por argentinos pensando en un destino de grandeza, que posteriores crisis políticas se han obstinado en desvanecer.
NOTA
La información y escritos antes mencionados, fueron extraídos de breves reseñas de los siguientes lugares:
www.cai.org.ar
Ing. Civil E. Ricucci Barrionuevo
www.senado.gov.ar/museo/lolamora