5. INSERCIÓN SOLICITADA POR EL SEÑOR DIPUTADO MORANTE

Homenaje del señor diputado a la memoria de don Raúl Scalabrini Ortiz

Señor presidente: Hace poco más de cincuenta años fallecía un hombre lúcido, un intelectual que no dejó que las luces de Buenos Aires opacaran la realidad de la Argentina profunda. Porque si algo caracterizaba a Raúl Scalabrini Ortiz, era su profundo sentimiento del ser nacional, su defensa de los intereses nacionales por sobre los de la oligarquía vernácula aliada al imperialismo de turno.

Así, aunque en su juventud viajó a París, sintiéndose atraído por su acervo cultural de izquierda que, gracias a la Revolución Bolchevique, impregnaba el ámbito intelectual de aquel entonces, cuando viajó por la Argentina profunda, supo darse cuenta de la explotación que sufría el pueblo a manos de la oligarquía vernácula.
Aunque entró en contacto con Ernesto Palacio y los hermanos Irazusta, su relación con ellos duró poco, pues no podía congeniar con ese nacionalismo elitista y sectario. Aunque, señor presidente, Raúl Scalabrini Ortiz nunca dejó de estar en el campo nacional y popular. Si bien al principio no sintió mucha simpatía por Hipólito Irigoyen, luego del golpe de Estado del 6 de septiembre de 1930 revisó su posición, al ver el carácter reaccionario de las fuerzas que se habían confabulado contra el líder radical.
En “El Hombre que está sólo y espera”, Scalabrini Ortiz reflexiona sobre el comportamiento del porteño. Es, en verdad, señor presidente, su primer intento por investigar el alma argentina.
Pero también es precursor en darse cuenta que nuestra República se encontraba atrapada en la fina telaraña de la dominación inglesa.
Y como su militancia no era meramente literaria sino activa, sufrió el exilio en Italia y Alemania, por haberse atrevido a participar en el levantamiento radical de 1933. Este deambular por el mundo le permitió proseguir con sus escritos respecto a la dominación colonial, que se plasmaron en su obra “Política Británica en el Río de la Plata”.
Defendió con ahínco la neutralidad argentina durante la Segunda Guerra Mundial. Visualizó la necesidad de nacionalizar los ferrocarriles, obra concretada por el general Juan Domingo Perón. Y después del golpe de Estado de 1955, junto a Arturo Jauretche levantó su voz –cuando muchos callaban- para denunciar a la oligarquía nuevamente en el poder. Más tarde confió en Frondizi, hasta que éste pegó una vuelta carnero con la firma de los contratos petroleros.
Es curioso que siendo un amante de los libros, Scalabrini Ortiz se sintiera igualmente atraído por los deportes, -especialmente el boxeo-, que llegó a practicar. Porque este ilustre correntino es conocido hoy en día, no por sus cualidades en el ring, sino por la excelente pelea intelectual que nos legó.
Y vale la pena subrayarlo, señor presidente. Scalabrini Ortiz nos ha legado cientos de páginas de profundo análisis sobre el accionar del imperialismo británico en nuestra patria. Desde las filas de FORJA, desde la revista “Qué” y en tantos artículos periodísticos escritos a lo largo de su vida militante, millones de argentinos nos hemos enriquecido con sus enseñanzas.
Por eso, al cumplir medio siglo de ausencia, desde la casa de los representantes del pueblo argentino, queremos recordar a este gran hombre. Un hombre que lo dio todo. Un varón argentino que desentrañó, desde lo más profundo, al ser nacional.

Muchas gracias.
 

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