8. INSERCIÓN SOLICITADA POR EL SEÑOR DIPUTADO BRILLO

Fundamentos del apoyo del señor diputado al dictamen de mayoría de las comisiones de Relaciones Exteriores y Culto, de Asuntos Constitucionales y de Justicia en el proyecto de ley en revisión por el cual se aprueba el Memorándum de Entendimiento entre el gobierno de la República Argentina y el gobierno de la República Islámica de Irán

Creo que se ha hablado mucho sobre el país con quien hemos suscripto el Memorando de Entendimiento y que se pone a consideración de la Cámara de Diputados para que sea convertido en ley.
Un país que ha negado públicamente el Holocausto, que exige que Israel sea desplazado de la faz de la Tierra.
Que comenzó su programa de energía atómica en la década del 50 y que, desde entonces, pretende convertirse en una potencia nuclear.
Que confunde cuando de su Cancillería surge la versión de que se impediría el interrogatorio a los acusados en Teherán.
Que consolida una relación con Venezuela y con Chávez a partir de la firma de 270 convenios bilaterales vinculados a la comercialización de petróleo y armamentos.
Pero, aunque se quiera imponer la idea de que es la primera relación que tenemos y de que no nos generan en absoluto confianza, este Irán no se diferencia demasiado de aquel Irán de mediados de los 80, que firmó acuerdos y tuvo una relación intensa con la Argentina sobre cooperación y aprovisionamiento nuclear.
La colaboración que se dio en esos años – así lo entendíamos en ese momento - no sólo no implicaba ningún riesgo para la seguridad internacional, sino que tampoco se podía decir que haya sido un ejemplo de irresponsabilidad o una aventura por parte del gobierno argentino. Y eso que en Irán era gobernado por el ayatollah Khomeini.
En el caso del gobierno de Raúl Alfonsín, la estrategia de vinculación nuclear con Irán derivaba de una política exterior que priorizaba las relaciones Sur – Sur, sin descuidar los compromisos internacionales de la Argentina y sin colisionar con EEUU o Israel.
Ya en 1973 siete científicos argentinos de la Comisión Nacional de Energía Atómica fueron a trabajar a Irán en áreas tales como el diseño de reactores, minería del uranio y protección radiológica.
Entre 1985 y 1987 delegaciones iraníes visitaron la Argentina y delegaciones argentinas visitaron Irán para negociar la cooperación en el campo nuclear. El 5 de mayo de 1987 la empresa INVAP integrada por el Estado rionegrino y la Comisión Nacional de Energía Atómica, y la Organización de Energía Atómica de Irán (AEOI) firmaron un contrato comercial por 5.5 MM U$S para reemplazar el uranio utilizado hasta el momento en Irán por uranio enriquecido al 20 % que sería provisto por Argentina. El contrato contemplaba el suministro a Irán de 115,8 Kgs de ese tipo de uranio.
Este acuerdo incluía la formación de técnicos iraníes en el Instituto Balseiro de Bariloche para aprender a operar el reactor con la nueva tecnología.
Por otra parte, en plena guerra Irán – Irak, entre 1982 y 1988, la Argentina realizó ocho envíos de armamento a Irán convirtiéndose en la primera fuente de armas desde América Latina a la República Islámica.
Otro acuerdo firmado el 9 de diciembre de 1988 autorizaba la transferencia y exportación desde la Argentina a Irán de 115,80 kgs de uranio enriquecido hasta el 20 %.
Este acuerdo concluye en 1993 con los envíos del combustible nuclear comprometido por parte de la Argentina. Paralelamente Irán y la Argentina habían negociado otras iniciativas. El 3 de octubre de 1988 se firmó otro contrato entre INVAP y AEOI de Irán para exportar a Irán elementos para la provisión de una planta piloto de conversión y purificación de óxido de uranio, con un costo de 9,7 MMU$S.
Un segundo contrato entre Irán y la Argentina fue firmado al día siguiente para la exportación desde la Argentina de una planta piloto para la fabricación de combustibles nucleares con uranio natural por un valor de 14,9 MMU$S. En esta última exportación había una transferencia de tecnología argentina hacia Irán, lo que convertía al contrato en algo más delicado y con implicancias internacionales.
Las relaciones argentino – iraníes, tanto en lo comercial como en lo militar y en el ámbito nuclear, no significaron un enfriamiento de las relaciones entre la Argentina y el Estado de Israel. Las relaciones entre el gobierno argentino y el Estado de Israel fueron muy buenas en esos años y la relación entre nuestro país e Irán nunca fue vista como algo perjudicial o un problema a considerar.
Cuando Carlos Menem asumió la Presidencia en 1989, el tema en agenda fue la renegociación de los contratos nucleares firmados en 1988. En 1990 se firmó un acuerdo comercial ratificado en 1994 y un Memorando de Entendimiento para el Desarrollo de las Relaciones entre la Argentina e Irán.
El alineamiento del gobierno de Menem con los Estados Unidos determinó la suspensión y posterior cancelación de los contratos nucleares argentino – iraníes. A principios de diciembre de 1991, el gobierno argentino autorizó el primer embarque de máquinas, herramientas y tuberías destinadas a una planta piloto de óxido de uranio y fabricación de combustibles. Sin embargo, el 11 de diciembre se suspendió dicho envío.
La cancelación de un envío cuyo contrato se había celebrado hacía dos años y que Irán ya había pagado sorprendió al gobierno iraní. Irán requirió explicaciones sobre las razones que impulsaron al gobierno argentino a suspender la entrega convenida y darla a estado público.
En 1992 se continuaron realizando algunos envíos y se continuaron algunos trabajos comprometidos. La Cancillería argentina comunicó a la CNEA la decisión de suspender definitivamente los contratos con Irán el 27 de mayo de 1992.
Ante los reclamos de Irán, la Argentina, en 1992, accedió a enviar armas a Bosnia a través de Croacia, para los musulmanes que luchaban contra las fuerzas serbias, como una forma de compensar a Irán por la cancelación de los contratos. Irán comenzó a exigir una compensación económica de 100 MMU$S por el incumplimiento de contratos por parte de la Argentina. Hubo varias reuniones en Teherán y en Viena hasta 1995.
En este lapso se sucedieron los atentados a la embajada de Israel con 22 muertos y a la AMIA con 85 víctimas fatales.
En síntesis, en los últimos 25 años, durante prácticamente una década la Argentina tuvo una relación intensa con Irán, colaborando y suministrando insumos y tecnología nuclear a un país que, como dijimos, siempre quiso y quiere ser una potencia nuclear.
Dos presidentes de distinto signo político, de distinto color político del actual gobierno, convalidaron esa relación, aunque científica y tecnológica, potencialmente peligrosa. Relación que terminó con los atentados que causaron un centenar de muertos en la Argentina y que hoy, más allá de lamentarlos, los argentinos pretendemos develar si tienen conexión con IRAN.
Lo inexplicable es que un gobierno como el actual, que avanzó en la investigación intuyendo el origen y los responsables de los atentados, hoy sea cuestionado descarnadamente por tratar de establecer un puente con IRAN que le permita interrogar, a través de la Justicia argentina a los iraníes imputados. Y que se lo incrimine severamente por diferencias sutiles en el texto del Memorando, si ponemos “interrogar” o “indagar” ó si el texto en inglés es una trampa.
Comparado con aquella década de relaciones con IRAN, esto aparece como casi virginal.
Por ello, creo firmemente que oponernos al entendimiento no conduce a nada y que acompañarlo al menos genera la expectativa de seguir avanzando y esclareciendo este tema. Los resultados se irán viendo en el camino.
Y en ese camino tendremos responsables, el gobierno nacional, el canciller, los jueces que integrarán la comisión y los que viajarán a Irán. Los esperaremos y al final se verá quién tenía razón. Si algunos de los rugbiers uruguayos de la tragedia de los Andes no hubieran salido a caminar, hoy no estarían entre nosotros.
 

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