Habiendo escuchado en este recinto a tantos diputados hablar durante muchas horas de la historia de YPF, y sobre todo abundar en su historia reciente, me vienen a la mente dos palabras que se repiten constantemente: SAQUEO y CORRUPCIÓN.
Saqueo y corrupción, es el modelo, el mismo de los noventa, su continuidad. Acceder al poder para tomar como botín el patrimonio de todos los argentinos.
El Estado soy yo parece decir este gobierno, confundiendo Estado con gobierno.
En los noventa tenía la pátina neoliberal, en nuestros días la patina nacionalista estatista. ¿Todavía queda alguien que crea que Menem era neoliberal o que los Kirchner son estatistas?
Fueron socios ayer y hoy de nuevo están juntos.
Podríamos decir repitiendo la frase de Bill Clinton: ¡Es el NEGOCIO, estúpidos!
¿Expropiamos? No, confiscamos. Estamos por arriba de la Constitución y de las leyes.
¿Nacionalizamos? No, YPF representa el 30% del mercado de hidrocarburos; nos apropiamos del 15%.
¿Estatizamos? No, YPF sigue siendo una sociedad anónima sin ningún control del Estado y de sus organismos, ni de este Congreso Nacional.
Ayer “privatizar” para el negociado con los amigos; hoy “estatizar” para el negociado de la familia y los amigos.
Van a controlar los que ayer la vaciaron, van a administrar los que nunca administraron nada, ni los trenes.
Una nueva mentira porque el globo de Malvinas se desinfló, las encuestas preocupan y la caja está exhausta.
Mientras entretenemos con Malvinas y el petróleo, vamos por las tierras de los campesinos argentinos, cuyos títulos de propiedad son la mejor y última garantía de soberanía que nos queda, la última barrera para la codicia de adentro y de afuera.
Los perseguimos con trabas burocráticas, los empobrecemos con impuestos escandalosos e impagables, nos apoderamos de sus ingresos brutos, no de su renta y los denostamos discriminando e insultando, cuando con la soja son los grandes sostenedores del modelo.
La tierra esta en manos de miles de campesinos argentinos. Este gobierno quiere que esté en pocas manos: el modelo Calafate, y nos preguntamos, si esta concentración es exitosa, ¿quiénes serán los nuevos dueños de la tierra, el agua y los minerales? Unos pocos y nuevos oligarcas.
En un mundo que requiere más y más recursos naturales, ¿cómo resistiremos la presión de los poderosos si los tenemos concentrados en pocas manos?
La tierra y el agua, lo que quedó sin privatizar en los 90, es lo que queda para vaciar y entregar.
No podemos ser cómplices de esta nueva farsa, ni acompañantes de la comparsa que aplaude un nuevo negociado con falsas banderas. Como no lo fuimos en los 90, cuando como ciudadanos resistimos el discurso único privatizador, porque nos parecía suicida como país entregar nuestra energía y regalar el petróleo, un recurso natural no renovable. Ningún país lo hizo, salvo nosotros. Cuando la crisis del tequila los mexicanos se resistieron y conservaron la mayoría accionaria estatal, los brasileños también.
Por ello, como explicaba tan bien nuestra compañera de bloque María Eugenia Estenssoro, YPF valía al momento de su venta por el menemismo 18.000 mill de dls, igual que Petrobras y hoy ésta, que copió el modelo impuesto por su padre, José Estenssoro, vale 280.000 mill de dls.
Hoy, estamos otra vez repitiendo el discurso único, y como en los 90, dicen que la mayoría acompaña.
En los noventa la mayoría aplaudía a Menem y su entrega hoy los que ayer la privatizaron dicen que la estatizan. ¿Qué estatizan?
Parece más una apropiación del gobierno y sus funcionarios que una estatización, una nueva caja para un gobierno insaciable que confunde sus intereses con el Estado.
Nos hablan de soberanía: solamente la recuperaremos cuando lleguemos al autoabastecimiento y podamos exportar, con políticas de Estado que se respeten de un gobierno a otro independientemente del signo político de cada uno.
No podemos ser cómplices como no lo fuimos ayer, de una nueva mentira y un nuevo negociado de esta nueva “oligarkia” y de los nuevos señores feudales que se adueñan del patrimonio de todos sin respetar la Constitución y las leyes.
Por todo lo expuesto voy a acompañar el dictamen firmado por la diputada Elisa Carrió y voy a solicitar permiso para abstenerme en la votación general y particular.