10. INSERCIÓN SOLICITADA POR EL SEÑOR DIPUTADO LARROQUE

Fundamentos del apoyo del señor diputado al proyecto de declaración por el que se rechaza la situación de ruptura del orden democrático y de la voluntad popular acaecida en la República del Paraguay

El pasado viernes 22, el Congreso de la República del Paraguay votó a favor de la destitución del presidente Fernando Lugo. En un proceso teñido por la celeridad adoptada para iniciar un juicio político y con un escaso tiempo otorgado a la defensa para esbozar sus argumentos, el mandatario fue apartado de su cargo por mal desempeño de sus funciones. Unos instantes luego de finalizado el juicio político, el vicepresidente, Federico Franco, asumió el cargo de primer mandatario y resolvió no convocar a elecciones adelantadas sino mantenerse al mando del Ejecutivo, hasta agosto de 2013. De esa manera, el Partido Colorado, que no había podido llegar a la Presidencia mediante los votos en 2008, desplazó al presidente elegido por el pueblo.

Dado que en ningún momento se explicitaron pruebas que dieran cuenta del mal desempeño de Lugo y que el mismo pliego de la denuncia manifestó no ser necesario probar las acusaciones por ser “notorias y de conocimiento público”, es evidente que en Paraguay ocurrió una clara ruptura del orden democrático. En primer lugar, se violó el principio de legalidad que garantiza el debido proceso de todos los ciudadanos que habitan en un Estado de derecho, en segundo término, la destitución de Lugo desconoce la legitimidad de origen del primer mandatario –quien fuera electo de forma mayoritaria y en elecciones limpias- y su legitimidad en ejercicio, en tanto es apoyado por amplios sectores de la sociedad paraguaya, ya que sus políticas inclusivas mejoraron sustantivamente el nivel de vida de sus conciudadanos.

Estas maniobras golpistas disfrazadas de institucionalidad no son novedad en nuestro continente. En el siglo XXI, frente a la dificultad de recurrir a las fuerzas armadas, los sectores dominantes utilizan nuevas herramientas para interrumpir los procesos democráticos: sucedió en Venezuela en 2002 cuando un golpe de Estado sacó a Chávez para poner de "presidente" a un dirigente empresarial; en 2008 cuando en Bolivia la oposición política intentó sitiar al presidente Evo Morales y partir el país; en 2010, durante el secuestro por 12hs del presidente de Ecuador, Rafael Correa, por sectores de las fuerzas policiales. Y el triste caso de Honduras, donde en el 2009 un grupo militar de elite secuestró al presidente Manuel Zelaya y lo envió en un avión al extranjero mientras el Congreso le daba un barniz legal a ese acto antidemocrático. En este último caso, el golpismo triunfó.

Esas mismas fuerzas operan en nuestro país para lograr el mismo objetivo, que es el de desgastar a un gobierno nacional y popular para luego poner en marcha mecanismos que frenen el desarrollo y crecimiento de los pueblos latinoamericanos. Estas fuerzas antipopulares y, justamente por eso, antidemocráticas, cuentan con un aliado estratégico e imprescindible para lograr sus fines: los medios de comunicación concentrados. A modo de ejemplo, cabe citar la editorial de un reconocido matutino de circulación nacional publicada el 26 de junio, que calificó de “desprolijidad inaceptable” a lo sucedido en Paraguay. Lo que nos quieren decir es que, si el golpe de Estado hubiera sido más cuidadoso, hubiera sido aceptable. No nos dejemos engañar: los procedimientos democráticos sirven para que la voluntad del pueblo se exprese y sea respetada, no para ser manipulados a favor de los intereses de los poderosos de siempre.

Tenemos que tener muy en claro que no hay posibilidades de desarrollo social y económico para nuestra región si antes no se respeta la democracia. No podemos permitir que se repita la historia del siglo XX, donde sectores minoritarios lograron cortar los procesos populares y democráticos. Por eso, debemos rechazar enérgicamente el intento de legalizar lo que es, en definitiva, una violación a la democracia y la voluntad popular del pueblo paraguayo. Nos solidarizamos con el compañero presidente Fernando Lugo y el pueblo paraguayo que, en elecciones democráticas, le dio su confianza para llevar adelante el proceso de transformación social.

Así como el mundo y cada uno de nuestros países viven procesos de cambio, nuestras herramientas de integración, el Mercosur y la UNASUR, se constituyeron como los principales puntales de la consolidación y defensa de los procesos democráticos de toda la región. Estas instituciones son centrales en el proceso de integración política, económica, social y cultural de nuestras sociedades, sirviendo no solamente al fortalecimiento de la institucionalidad democrática de cada país, sino también a la recuperación de niveles de dignidad social para todos los habitantes de Sudamérica.
En este sentido, nuestros líderes y referentes regionales repudiaron enérgicamente los atentados contra la democracia en la inteligencia de que los mismos cercenan la integración de nuestros pueblos y dificultan la construcción de esa Patria Grande con la que soñaron nuestros libertadores.

Por estos motivos, solicitamos a los señores legisladores, miembros de esta Honorable Cámara de Diputados, se envíe un claro mensaje de repudio ante lo ocurrido en el vecino país y se dé todo nuestro apoyo a las decisiones que se están tomando a nivel regional para responder a este hecho.

 

 

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