8. INSERCIÓN SOLICITADA POR EL SEÑOR DIPUTADO DÍAZ BANCALARI

Homenaje del señor diputado al 11 de marzo de 1973

El 11 de marzo se cumplieron 40 años de una fecha histórica. Además de recordar el triunfo electoral de la fórmula del Frejuli (Frente Justicialista de Liberación) integrada por Héctor Cámpora y Vicente Solano Lima, quiero rescatar el proceso previo al acto electoral. Sin caer en una apología desmesurada podemos afirmar que existen pocos casos en la historia política mundial como la del retorno del peronismo al gobierno luego de 18 años de proscripciones, persecuciones y cárceles.

El 16 de septiembre de 1955 un golpe militar que con el transcurso de los meses adquiriría un matiz sanguinario al fusilar a un grupo de civiles y militares consustanciados con el peronismo, abría una etapa caracterizada por la negación de la democracia y de las libertades civiles más elementales. Sin embargo, la pretendida “revolución libertadora” tuvo que dar elecciones y el candidato triunfante –Arturo Frondizi- ganó con los votos peronistas, pero la crisis militar azuzada por los sectores reacios a la evolución del país, terminaron desalojándolo del poder para darle curso a otra presidencia débil, tutelada desde los cuarteles.

El radicalismo, con el presidente Illia, hizo algunos intentos reformistas para sanear las finanzas nacionales. Intentó encarrilar la cuestión petrolera, ensayó la nacionalización del sector farmacéutico dominado por fuertes intereses trasnacionales, pero la carencia de arraigo y apoyo populares terminaron expulsándolo de la Casa Rosada en medio de la apatía general.

A partir de entonces, ante la triste experiencia golpista y la consecuente imposibilidad de dirimir el encauzamiento institucional por los carriles constitucionales y democráticos, un sector de la juventud se volcó a la lucha armada. El mundo asistía a nuevos conflictos mundiales que corrían como reguero de pólvora sin respetar las fronteras. El mayo francés tuvo su correlato en el “cordobazo”. El Concilio Vaticano II con su apertura y cambio social halló terreno fértil en jóvenes revolucionarios que ensancharon las filas de la guerrilla. Y así se conformó un panorama conflictivo cuya resolución apuntaba al líder exiliado, al general Juan Perón, quien en Madrid adquiría cada vez más un liderazgo nacional indiscutible.

Las juventudes políticas iniciaron una sostenida disputa con los dictadores en todos los campos de confrontación posible. La universidad, la villa, el sindicato, el partido político, se convirtieron en espacios de debate y participación inmanejables para la dictadura. Dentro de las juventudes políticas, la Juventud Peronista en particular fue acumulando prestigio gracias a la audacia y al coraje de sus militantes, que jamás titubearon a la hora de enarbolar las banderas de la justicia social, la independencia económica y la soberanía política.

La matriz obrera básica del peronismo encontró en la juventud peronista una extensión de sus luchas y también los sectores medios de la sociedad se sumaron a la causa revolucionaria conducida por Perón.

Creemos, señor presidente, que no existen antecedentes de un caso similar al peronismo en lo que se refiere a la recuperación del gobierno y del poder con su líder exiliado a 20.000 kilómetros de distancia de donde se desarrollaban los hechos políticos y sociales.
La ausencia de Perón fue reemplazada en el teatro mismo de las operaciones militantes por una red variada de cuadros, militante y dirigentes que se asistían mutuamente y colaboraban en acciones tácticas a los efectos de cumplir con las directivas estratégicas emanadas del comando superior instalado en Puerta de Hierro.

Paralela a la entrega y al sacrificio de la juventud, debemos destacar la lealtad del movimiento obrero organizado que modificando sus actitudes de acuerdo al ritmo en que se desencadenaban los acontecimientos, dotaron al movimiento nacional de una estructura inmejorable en el momento de discutir la calle y de presionar a la dictadura para una salida institucional digna.

El “cordobazo” de 1969 precipitó los hechos posteriores que fueron sumándose a favor de la salida institucional propiciada desde Madrid, pero no a cualquier costo sino que se intentaba recuperar las urnas sin condicionamientos capaces de abortar el proceso de reconstrucción que el país demandaba. Las democracias tuteladas desde los cuarteles nunca fueron el modelo de construcción política del peronismo. Por eso, a medida que la dictadura se desgastaba, las instrucciones era cada vez más contundentes y alejadas de cualquier contubernio con la dictadura en clara retirada. Había que pegarle en donde más le doliera y en todas partes, y así se hizo.

A 40 años del triunfo popular, señalamos con orgullo que el 11 de marzo fue la consecuencia de los consecuentes, de los que no se rinden ni se entregan, ha sido el feliz resultado del “luche y vuelve” encarnado por la militancia de veras que jamás bajó los brazos ni dejó de movilizarse aunque vinieran degollando. Vaya nuestro homenaje a los miles de compañeros y compañeras que supieron interpretar y cumplir las directivas del conductor, que actuaron en sintonía con las bases y en función de un proyecto de liberación que sigue vigente, porque los proyectos populares más que un plazo de duración tienen un tiempo de ejecución permanente hasta que no haya un solo pobre en la tierra de los argentinos.


 

 

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