Es muy importante para mí, poder expresarme en esta esta sesión donde se está haciendo un homenaje a los diputados nacionales desaparecidos durante la última dictadura militar. Y digo muy importante porque a lo largo de mi vida a muchos de estos hombres los aprendí a conocer en los libros de historia o de la boca de compañeros militantes de aquella época dura de la Argentina.
Pero a uno en especial quiero referirme, que es a Bernardo Samuel Villalba, que desde mi infancia, comencé a escuchar su nombre en los actos políticos y en los homenajes a la dirigencia gremial de la industria azucarera.
Don Samuel, como le decían los que lo conocían, tucumano de nacimiento, era dirigente gremial de la Federación Obrera de Trabajadores de la Industria Azucarera, la histórica FOTIA, representando al ingenio Concepción. Dentro de la FOTIA tuvo el cargo de tesorero en el período que le tocó conducir a la FOTIA al dirigente Benito Romano, que también fue diputado nacional. Fue un activo militante de la resistencia peronista, teniendo la oportunidad de viajar a España a entrevistarse, junto con otros dirigentes tucumanos, con el Gral. Perón. Como producto de este viaje el peronismo ganó las elecciones del 65 con el partido provincial Acción Provincial del cual fue uno de sus fundadores.
Como producto de su militancia en la resistencia tuvo que sufrir cárceles y persecuciones, lo que refleja su compromiso, quedando con enfermedades que tuvo que llevar durante el resto de su vida.
Era un dirigente de FOTIA que se destacaba por su formación política y su conocimiento del peronismo, un militante y un gremialista con mucha convicción y compromiso.
Algo también para resaltar: fue partícipe de iniciativas muy importantes para la acción social del gremio, como por ejemplo la cooperativa de consumo y vivienda, un centro asistencial que, hasta el día de hoy, es un sanatorio, servicio de sepelio para los obreros, algo que permitió dignificar la vida del obrero de fábrica y surco de la actividad azucarera.
En su momento, Benito Romano y luego don Samuel fueron la síntesis acá en el Congreso de toda una generación de dirigentes que escribieron las páginas tal vez más heroicas y reivindicatorias del pueblo tucumano, luchando contra las injusticias que sufrían los obreros, contra el abuso histórico de los industriales y los terratenientes, logrando conquistas laborales que llevaban a mejores condiciones de trabajo y posibilidades de progreso. Trabajaron por el acceso a la salud y a la educación de los hijos de los trabajadores y fundamentalmente para sostener las fuentes de trabajo como era la industria azucarera; ellos la conocían y la sentían como propia pues de ella vivían.
Don Samuel fue parte de la camada de más de 100 dirigentes gremiales de la industria azucarera asesinados, desaparecidos o que sufrieron cárceles, entre los que podemos mencionar a dirigentes de la talla de Benito Romano, Simón Campos, Fote, Chávez y mi padre Atilio Santillán.
Esto, como todos los crímenes de la última dictadura militar, no fue casual, y en este caso fueron parte de un plan donde los militares fueron sicarios de los poderes económicos para desarmar la organización gremial tal vez más importante en la historia de la industria azucarera. Intervinieron los sindicatos, desarmaron las academias de estudio y farmacias que allí existían, desarmaron CONASA, para pasar a manos privadas amigas y que aportaban al fondo patriótico, la propiedad de estos ingenios.
Vaya mi agradecimiento y felicitaciones al Congreso por estos homenajes ya que personas como Samuel Villalba deben resaltarse y recordarse, por su lucha y entrega.