33. INSERCIÓN SOLICITADA POR LA SEÑORA DIPUTADA SEGARRA

Fundamentos del apoyo de la señora diputada al dictamen de mayoría de las comisiones de Presupuesto y Hacienda, de Finanzas y de Peticiones, Poderes y Reglamento en el proyecto de ley en revisión por el cual se declara de interés público la reestructuración de la deuda soberana realizada en los años 2005 y 2010

El tema de la deuda es el tema de la esclavitud de los pueblos latinoamericanos del siglo XX y lo que va de este siglo y empieza a serlo de otras naciones.
Concebida desde su inicio para dominar las voluntades, impuesta por dictaduras a sangre y fuego, limita el desarrollo de nuestra región y es un lastre que nuestros pueblos pagan con su desgracia.
Se puede hacer cualquier análisis coyuntural, de planteos sobre métodos o formas de gestionarla, pero en su génesis, su historia y la forma en que condicionó y condiciona las democracias latinoamericanas está la explicación de las limitaciones que sufren nuestros pueblos y expresa la nueva forma de dominación del sistema financiero mundial, que ya no necesita de naciones, ni de tanques ni de armas, sino que le son suficientes bancos, jueces y calificadoras de riesgo para explotar y colonizar.
Desde que el sistema financiero internacional encontró como sistema de dominación el condicionamiento económico, impuesto a través del endeudamiento generado por dictaduras afines que no dudaron en apelar al genocidio para imponerlo, las democracias condicionadas de las naciones sometidas a este sistema no lograron encontrar la respuesta para liberarse de semejante yugo.
Los gobiernos pasan y las alternativas no funcionan. Desde el pacto social, el dialoguismo, las recetas del FMI, el modelo liberal, las privatizaciones, los blindajes y megacanjes, solo fueron profundizaciones del problema y parte del mismo saqueo, en las que muchas administraciones del Estado se asociaron a cambio de sobrevivir cuando mucho un mandato en el poder y algunas no lograron ni eso.
La historia en nuestro país está plagada de estos ejemplos y también Latinoamérica tiene muestras de sobra.
Los gobiernos que intentan defender sus Estados y los derechos de su pueblo se ven cercados desde fuera y también desde dentro por desgraciados socios internos y en definitiva terminan acorralados.
Las democracias de Latinoamérica, las que con tanto dolor se lograron, sufren especialmente estas consecuencias, pero preocupantemente se ve venir esta situación en otros países como en España y Grecia.
En estas naciones endeudadas, el anarcocapitalismo financiero manda y se constituye en el poder que impone reglas, plazos y condiciones y las instituciones democráticas pasan a ser solo una forma de administrar sus consecuencias. No hay margen para más.
Evidentemente, el diseño de esta nueva forma de dominación no tiene “anticuerpos” posibles desde las estructuras tradicionales de los Estados; más preparados para soportar o repudiar una invasión armada que un saqueo de sus arcas por medio de decisiones judiciales y financieras, porque nos ponen en la encrucijada de no tener salida, tanto si se decide pagar como si se decide no hacerlo. Ambas decisiones traen como resultados el sufrimiento de la población y el aislamiento de la Nación.
La posición que toma la Argentina, para los que nos dicen que nos aislamos del mundo, está siendo seguida por el mundo atentamente. Estamos marcando un camino donde no lo hay y estamos incluso liderando una visión frene al anarcocapitalismo que como un parasito pone en riesgo aun el propio sistema que le da vida.
La profundización y legitimación de un modelo financiero basado en la obtención de ganancias sin producción, solo basado en la especulación, empieza a meter en zona de riesgo de crisis al mismo capitalismo. Lo saben aún los centros capitalistas más ortodoxos, que son los suficientemente conscientes para ver peligrar todo el sistema si lo fuerzan demasiado.
Pues estamos ante esta encrucijada, y tomamos el desafío. El mundo, esta semana misma, en la ONU interpretó por amplia mayoría que está ante un problema a resolver y que no puede el sistema mundial quedar sujeto a un grupo de financistas voraces asociados a una ortodoxia jurídico liberal de sospechosas intenciones.
No queda entonces otra cosa que la determinación de un pueblo para defenderse frente a estas situaciones. No queda otra que la firme convicción de que nada está por encima de la calidad de vida de un pueblo y de que no hay sistema posible que se sostenga instalando el hambre y la explotación.
Por eso, con la convicción con que el presidente Néstor Kirchner entabló la negociación, diciendo que nuestro país asume los compromisos pero no a costa del hambre del pueblo, estamos de nuevo ante ese desafío y asumimos su misma convicción.
Está clara cuál es la posición nuestra y cuál va seguir siendo, por fuera de las imposiciones que no quieran hacer, por fuera de las interpretaciones que le quieran dar; porque como dije, sabemos cuál es el origen fraudulento de esta deuda, sabemos que es un instrumento para mucho más que una expoliación económica, sabemos también que estamos ante una situación que pretende tomarnos de rehén y entonces no van a “corrernos” con una supuesta legalidad internacional de un fallo sospechoso para endeudarnos por varias generaciones de argentinos.
No hacemos otra cosa que esto: ni más ni menos que defender el patrimonio y la soberanía de nuestra patria, de nuestro territorio, de nosotros mismos, de nuestros hijos y nietos, en definitiva de los argentinos. Con nuestras convicciones y con nuestras herramientas que han llevado a que en estos años se haya recuperado mucho del patrimonio nacional, la línea de bandera, la producción petrolera, los fondos de jubilación y por sobre todas las cosas la soberanía para poder decidir por sobre nuestro futuro ante las imposiciones de los organismos financieros internacionales.
Y es esto mismo lo que también está en riesgo. No solo es un problema de endeudarnos sino también de hacernos desviar de este camino que tomamos y volver a avanzar sobre lo que recuperamos y sobre la posibilidad de nuestro desarrollo.
Frente a este desafío nos hacemos cargo y buscamos las soluciones posibles. Hoy estamos frente a una decisión que implica continuar comprometidos con el mundo, haciéndonos cargo de algo que no generamos, pero que asumimos cumplir, pero nunca a costa de perder los derechos conseguidos y de la independencia política y económica que reivindicamos para nuestra Nación.
Acompaño esta decisión de evitar que nuestro país se transforme, en presente y en futuro, en un esclavo de financistas internacionales, así como celebro también que se investigue el origen de esta deuda y la participación de quienes se enriquecieron y nos metieron en esta situación, ya sea como socios o como simples instrumentos de obediencia a los dictámenes de un sistema liberal que permite hacer legales, pero no legítimos, aberraciones tales como que una nación entera debe trabajar para sostener a especuladores porque lo dicta un señor a más de 10.000 km de distancia,
Asumo una vez más con orgullo estar a favor de las iniciativas de nuestra presidenta, porque me siento contenido en un proyecto que reivindica las ideas y la política como instrumento de transformación de la realidad y no como un mero gerente de las imposiciones del capital financiero y de sus instrumentos institucionales que pretenden legitimarlos.

 

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