A Néstor Kirchner se lo recuerda militando, haciendo de la política una verdadera herramienta de transformación social. Porque eso es lo que nos enseñó y es también el legado más preciado que dejó a miles de jóvenes a lo largo y ancho de nuestra patria.
Recordamos a un compañero pero también a un líder latinoamericano que supo ganarse la confianza de los pueblos hermanos y de sus conductores. Néstor nos enseñó a mirar a Latinoamérica como una sola cosa, un solo hogar, un único abrigo para nuestro pueblo.
Compañero leal, ha sabido demostrar que el ejercicio de la política es una elección de vida, que se parte de la premisa de entender que el otro vale, que su vida vale, que su trabajo y esfuerzo diario valen y que es necesario encausar esas fuerzas para la transformación de la realidad.
La constancia ha sido clave en el proceso por Él y por su compañera, hoy nuestra presidenta, llevado adelante. Y por ello, pasan a la historia marcando un nuevo paradigma en la política argentina. Pensar y ayudar a pensar, decir y enseñar a decir, actuar y mostrar cómo se hace, fueron sin lugar a dudas, las formas con las que Néstor encaró la política.
Luego los medios de comunicación y nuestra forma de interpretar la vida pusieron nombre a sus formas y se dijo que “rompía los protocolos” como si hubiera una sola forma de vestirse, de saludar y de caminar. Se le dijo “transgresor” pero desde un lugar peyorativo, porque nos daba miedo pensar que un presidente podía empaparse de pueblo abajo del escenario o responderle de manera soberbia-orgullosa a un presidente yanqui.
Aprendimos rápidamente su argentinidad y su simpleza, porque más allá de las formas lo que importaba era el fin que perseguía. Las “formas” de Néstor Kirchner nos permitieron romper esquemas socialmente construidos, desaprender la política sucia y volver a empezar con la política como único camino para alcanzar la justicia social.
No podemos recordarlo sin señalar a la juventud. No podemos homenajearlo sin pensar en que por primera vez en estos 30 años de democracia, hubo un presidente que nos decía “No queremos tropas disciplinadas que a todo digan que si”. Néstor Kirchner generó en la población una profunda sed de saber, de aprender, de formarse, de criticar y construir.
Les regaló a todos esos jóvenes enojados con lo político una posta de rebeldía. Los obligó a hacerse cargo de la historia, los invitó a sentirse protagonistas de la misma. Y no es para menos, si vemos hoy en nuestro propio Congreso, en las oficinas públicas, en las fábricas, en las unidades básicas y en las calles, jóvenes involucrados con el devenir de la Patria.
La historia debe tener presente que estas cuestiones no fueron fruto de la casualidad, que Néstor Kirchner y nuestra presidenta Cristina Fernández, fueron generando las condiciones objetivas para que el pueblo en su conjunto vuelva a sentirse parte de las decisiones. Este colectivo de conquistas sociales que hoy orgullosamente defendemos, que celosamente cuidamos, tuvo lugar en la iniciativa de los pingüinos, pero rápidamente se socializó. Y entonces Néstor Kirchner es de todos, es nuestro héroe colectivo.
Si hoy los centros culturales, las unidades básicas, los paseos populares y los puentes de las ciudades, alguna plaza en un barrio o un hospital llevan su nombre, no hay que asustarse. Es la forma que tiene nuestro pueblo de pensar y recordar a sus hombres. Es personalista? Sí. Pero es que no podemos negar la iniciativa política y la vocación de poder cuando éstas se ven plasmadas en hombres de carne y hueso.
Néstor Kirchner no es un prócer, es un compañero con la suficiente convicción de que es posible construir una patria justa, libre y soberana si se está dispuesto a entregar la vida por el otro. Eso mismo es lo que nos queda, la posibilidad de hacer nacer muchos compañeros como él.
Redundar en las políticas llevadas adelante sería querer simplificar en una línea histórica las conquistas sociales a las que este proyecto político les dio lugar. Néstor Kirchner trasciende por mucho este proyecto, nos trasciende a nosotros como generación y nos invita a pensar cómo sus ideales se siembran desparejo para que en cada rincón de la Patria lo veamos florecer.