7. INSERCIÓN SOLICITADA POR EL SEÑOR DIPUTADO CONESA

Homenaje a la memoria del ex presidente de la Nación don Julio Argentino Roca

En este homenaje a Julio Argentino Roca, presidente de la Nación Argentina por dos períodos y senador nacional en dos oportunidades, me estaba refiriendo a que Roca se ocupó de los trabajadores argentinos, pero la tiranía del tiempo me obligó a interrumpir mi intervención. En efecto, Roca mandó al Congreso un proyecto de ley que es todo un código del trabajo, con más de 460 artículos, muy avanzado para su época. Este mismo código fue luego la fuente de gran parte de la legislación del trabajo que hoy tenemos en la República Argentina. Este código fue redactado por Joaquín V. González, ministro del Interior de Roca y eximio constitucionalista y escritor. El código se fundó en un extenso estudio sobre la situación social argentina de la época, que fuera encargado por el mismo presidente Roca al experto catalán José Bialet Massé.
La preocupación por los trabajadores y la situación social del país es un punto de contacto muy importante entre el general Roca, presidente de 1898 a 1904, y el general Perón, quien tuvo una similar preocupación y asumiera como presidente el 4 de junio de 1946.
Por otra parte, el presidente Roca era plenamente consciente de la necesidad de mejorar el sistema electoral, que es la base sobre la cual se sustenta la verdadera democracia. En el proyecto de ley electoral que Roca mandó al Congreso en 1902 se dividía al país en 120 circunscripciones electorales y por cada una de ellas se debía elegir un diputado. Este sistema de circunscripciones favorecía el contacto directo entre el diputado representante del pueblo, y el pueblo mismo del lugar que lo elegía. De esta manera, se daba una gran fuerza a la democracia representativa. Este sistema de circunscripciones uninominales es el que rige en los Estados Unidos y en Gran Bretaña, dos países en los cuales la democracia representativa como forma de gobierno funcionó de la manera más efectiva. En el proyecto de ley de Roca y Joaquín V. González se proponía además el voto secreto. Esto era muy importante para el partido opositor, la Unión Cívica Radical, que bregaba con razón por la pureza electoral. Lamentablemente, en el Senado, el senador Carlos Pellegrini hizo eliminar el voto secreto, lo cual dio lugar a que en las elecciones de 1904 se dieran casos de compras de libretas y situaciones que desprestigiaron a esta ley electoral. No obstante lo cual, en esas elecciones de 1904 salió electo por la Boca, el primer diputado socialista de América, don Alfredo Lorenzo Palacios.
Lamentablemente, al año siguiente el sucesor de Roca, el presidente Manuel Quintana hizo derogar completamente esta ley electoral en lugar de corregirla y mejorarla con el voto secreto, como lo había propuesto originalmente Roca. La falta de pureza del sufragio provocó el conato de golpe de Estado radical de febrero de 1905, que pudo haberse evitado si el voto de 1904 hubiese sido secreto.
Es sabido que Roca mantenía contactos reservados con el líder radical Hipólito Yrigoyen, a quien respetaba, por medio de un amigo en común, el teniente general Pablo Ricchieri. No cabe duda de que la preferencia de Roca por el voto secreto fue un punto de contacto entre el roquismo y el radicalismo. Cuando Hipólito Yrigoyen llegó a la presidencia en 1916, poco tiempo después intervino casi todas las provincias. Sin embargo, en 1920 fue elegido gobernador de Córdoba Julio Argentino Roca hijo, e Yrigoyen respetó la elección y no intervino en la provincia, una prueba concreta del contacto entre el radicalismo y el roquismo.
También es sabido que, en 1912, al sancionarse la Ley Saenz Peña, se estableció definitivamente el voto secreto, pero lamentablemente con la lista sábana por provincia y no por circunscripción, lo cual favorece la partidocracia antes que la democracia. En efecto, las listas suelen ser confeccionadas por los jefes de los partidos sobre la base de lealtades personales, más que por la capacidad de los candidatos. Este sistema determina que solamente el primero o el segundo de las listas sean personalidades descollantes y el resto de la lista sea relativamente desconocida. Este sistema es inferior al de Roca y Joaquín V. González para el progreso de la democracia, en mi opinión.
Tan exitosa fue la generación del 80, de la cual Julio Argentino Roca fuera la figura prominente, que en 1904, al terminar la segunda presidencia de Roca, la República Argentina tenía un ingreso per cápita un 12 por ciento superior al francés, un 70 por ciento superior al de Italia, un 75 por ciento superior al español, un 3 por ciento superior al alemán, según el profesor Angus Maddison, de la Universidad de Groningen. Tan alto era el ingreso per cápita de la República Argentina, que inmigrantes de todo el mundo querían venir a trabajar a nuestro país. En 1914, el 29,9 por ciento de la población que habitaba en nuestra patria era extranjero y de origen europeo. Ellos son nuestros abuelos y bisabuelos que creyeron en la política de desarrollo económico de la Argentina de entonces. Hoy, por el contrario, la Argentina es un país de emigración y el PBI per cápita de Alemania, Francia, Italia y España triplica al nuestro. No solamente la Argentina de Roca favoreció la inmigración europea, sino que también puso un fuerte énfasis en la educación de la población aborigen, que habitaba principalmente los territorios nacionales, tratando de incorporarla a la civilización. Así, por ejemplo, en su segunda presidencia, el número de escuelas en los territorios nacionales, donde estaban los aborígenes, pasó de 13 a 128, los maestros de 32 a 220 y los alumnos de 199 a 6.836.
Por último, señor presidente, dado que este homenaje a Roca es efectuado a título personal y en representación del Partido Demócrata, al que pertenezco, no puedo dejar de ocultar que mi predilección por Roca tiene raíces personales desde que mi bisabuelo, el doctor Carlos Santiago Tagle, fue electo diputado nacional por Córdoba en 1880, al mismo tiempo que Roca fuera ungido como presidente de la Nación. Mi bisabuelo, cuando era juez federal en Río Cuarto, trabó amistad con el general Roca, quien al mismo tiempo era comandante de fronteras en la misma ciudad, mucho antes de ser presidente. Durante la presidencia de Roca, mi bisabuelo se desempeñó como presidente de la Comisión de Presupuesto y Hacienda de esta Cámara de Diputados y luego como Presidente de esta misma Cámara. También debo recordar que Roca ascendió a subteniente en el campo de batalla en 1880 a mi abuelo Eduardo Eliseo Conesa, y desde 1881 a 1886 lo mandó a desempeñarse como expedicionario al desierto, al frente de fortines en el Golfo de San Matías, en Puán, en Quini-Malal, en General Acha, y en 1902 lo nombró primer jefe encargado de Campo de Mayo y posteriormente jefe de Arsenales del Ejército y juez de Instrucción Militar.

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