Quiero manifestar mi apoyo a la iniciativa que tomó el interbloque Cambiemos, al cual pertenezco, de promover la expulsión del diputado Julio De Vido de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación por indigno de pertenecer a este cuerpo.
Estoy convencida de que este acto constitucional es el hecho político por trascendencia que permite que este cuerpo colectivo genere sus propios límites cuando se ve afectado el honor de la Cámara.
Este es un acto excepcional, pero no es inédito. En forma legítima, seis veces se ha aplicado el artículo 66 de nuestra Constitución Nacional desde su creación para expulsar a los miembros de esta Cámara. Solo seis veces ha sido tenido en cuenta como el límite colectivo a una acción o actitudes que nos deshonran. ¿Acaso robar no es motivo suficiente para deshonrar a toda una sociedad?
Este artículo 66 establece tres supuestos de facultades disciplinarias para los miembros de este cuerpo; entre ellos, la exclusión, que tiene motivos estrictamente políticos. No es una sanción penal ni judicial. No estamos frente a un juicio; esto es un acto político. Este acto político pretende expulsar a De Vido por conductas indignas contra la patria. ¿Por qué?
Hay una cuestión: desde Cambiemos entendemos que la transparencia y la integridad son parte fundamental de los criterios para la gestión de nuestro cargo. Transparencia significa rendir cuentas, tener acceso a la información pública de nuestras gestiones y procurar acciones conforme a la ley. Mientras que la integridad es entendida como nuestro actuar como servidores públicos con apego a la ley. Hoy De Vido debe asumir las consecuencias de no hacerlo, de no tener una actitud de apego a la ley y la ética.
Yo me pregunto: una persona con 130 causas, 26 imputaciones, 5 procesamientos, involucrada en una causa como la tragedia de Once con 51 muertos y 789 heridos y en tantas otras en las que se lo acusa de enriquecimiento ilícito, lavado de dinero y malversación de fondos públicos, ¿qué tiene de honorable?
Yo no sé qué tiene de honorable el diputado De Vido para mantener su banca cuando se escuda en sus fueros en vez de explicar a las familias de la tragedia de Once qué pasó con la vida de sus hijos.
La integridad es intrínseca a la persona. Sin embargo, es facultad nuestra valorar la honorabilidad del diputado. Somos diputados en un contexto donde la confianza en las instituciones políticas se erosiona rápidamente.
Queremos una democracia sana. Y más allá de las convicciones, hoy me moviliza una fuerte ética de la responsabilidad: la ética de la responsabilidad de curar una política enferma de corrupción.
Queremos reivindicar no solo al pueblo argentino sino a toda América. De Vido manchó de corrupción nuestra América. En la causa “Fideicomiso República de Venezuela y otros s/defraudación contra la administración pública”, De Vido es investigado por irregularidades vinculadas al Convenio Integral de Cooperación que suscribieron Argentina y Venezuela en el año 2004.
Los negocios entre “los K” y el gobierno de Chávez forman parte del entramado oscuro de la corrupción y el proyecto fraudulento de la Patria grande. El valijero era De Vido; lo dice cualquier venezolano.
Por último, mi voto de exclusión se lo debo a cada bonaerense que represento, que no merecen no les corresponde, no es justo que un corrupto como De Vido los represente.