El proyecto que estamos considerando se titula “Régimen de protección para los animales de experimentación utilizados con fines científicos y educativos”. Régimen. Creación de la Comisión Nacional de experimentación animal CONADEA”. En realidad, podría recibir el nombre de Regulación para infringir el sufrimiento, que es de lo que verdaderamente trata.
Voy a contarles cuáles son las metodologías a las que se estaría dotando de un marco legal, si este proyecto adopta la forma de ley:
Inoculación de virus, alteración de material genético, descargas eléctricas, quemaduras, aplicación de sustancias, irritación en ojos y piel, ingesta de sustancias tóxicas, quebradura de huesos, provocación de parálisis, extirpación de glándulas, radiaciones.
Los experimentos con animales se realizan básicamente en tres campos: la docencia, la industria y la investigación. Cada año, cientos de millones de animales, sintientes y sufrientes, son utilizados en diversos laboratorios de todo el mundo. Es en la investigación donde la tradición de experimentar con ellos está más arraigada. Con el pretexto de comprobar una hipótesis, por inútil, absurda o excéntrica que fuera, se justificaba cualquier atrocidad.
Quisiera citar dos casos paradigmáticos que pusieron en su momento el tema en agenda.
Uno es la denuncia de las prácticas con perros de raza beagle. Son elegidos por su docilidad y por no sufrir enfermedades congénitas. Proteccionistas del mundo intervinieron laboratorios que los sometían a pruebas de experimentación y los liberaron, haciendo que muchos de ellos pisen el césped o sientan el sol después de años de cautiverio.
Otro caso es el de Britches, un mono macaco de pocos meses que fue destetado al día siguiente de su nacimiento y con apenas dos días de vida un científico lo tomó como objeto de investigación y le cosió los párpados: quería comprobar si la ceguera permanente produciría daños cerebrales y si un dispositivo electrónico de ultrasonidos colocado en su cabeza, a modo de casco, le afectaría los oídos hasta dejarlo sordo. El proyecto lo condenaba a tres años como objeto de experimentos y luego lo matarían. Una vez muerto estudiarían su cerebro para comprobar o no las hipótesis. Quiero decirles, que como nosotros aquí, otros fueron en su rescate: Britches fue cuidado, recuperó su salud y trasladado a un santuario en México donde una mona lo adoptó.
Someterlos a pruebas de experimentación es infringirles sufrimiento. Y este proyecto de ley pretende regular las prácticas en laboratorios.
Por eso presenté el proyecto de ley con fecha 3-5-2017 expediente 2212-D-2017 que pone fin a la experimentación con animales en laboratorios.
Estoy a favor de la investigación y del avance científico, pero sin sufrimiento. La búsqueda de conocimiento no es un fin que justifique cualquier acción. La ciencia debe contemplar un razonamiento ético y proteger a aquellos que no pueden hacerlo por sí mismos.
La falta de efectividad en la mayoría de los casos y las diferencias de nuestros códigos genéticos respecto al que poseen los sujetos de derecho no humanos, ha demostrado lo inútil de muchas de las prácticas. Resultado: dolor por el dolor mismo.
El Estado argentino debe apoyar desde el financiamiento de investigaciones y acompañar a nuestros científicos del Conicet para trabajar con sistemas alternativos ya probados como robots, computadoras, células y órganos humanos reales o artificiales. Métodos más rápidos, menos costosos y más efectivos y en línea con decisiones ya tomadas desde 2009 en la Unión Europea, EEUU u Holanda.
El tema es triste, nos angustia, pero nos encuentra trabajando por una solución, a diferencia del proyecto que se trató, que repudio expresamente ya que solo presenta sobre cómo y cuánto dolor se puede o debe infringir en pruebas inútiles de laboratorio. Motivo por el cual, adelanto mi voto negativo respecto al proyecto número 6758-D-2016.
El sufrimiento no se regula, se prohíbe.