46. INSERCIÓN SOLICITADA POR EL SEÑOR DIPUTADO WISKY

Ley de Financiamiento Productivo

El proyecto de ley que tenemos bajo consideración apunta a solucionar uno de los mayores problemas de nuestras pequeñas y medianas empresas: el acceso al financiamiento.
La realidad nos muestra que a la hora de emprender un nuevo negocio o de expandir su funcionamiento, el 90 por ciento de las PyMEs argentinas debe apelar a fondos propios o tomar crédito bancario a tasas altas.
El motivo principal de este déficit es el reducido tamaño de nuestro mercado de capitales y lo difícil que les resulta a las PyMEs acceder a fondos de inversores. Para graficar la situación, basta considerar que los mercados de capitales de Perú, Colombia, Chile, México y Brasil son en promedio el 15,4 por ciento del PBI de dichos países, mientras que en la Argentina durante los últimos 15 años el mercado de capitales se redujo a un 3,6 por ciento del PBI. Entre 2008 y 2015 desaparecieron 450.000 cuentas de inversión, en un mercado que por si fuera poco se encuentra fuertemente concentrado en Buenos Aires.
Tenemos un desafío por partida doble: ampliar el mercado de capitales en volumen y ampliar la cantidad de actores de diversos pesos específicos que confluyen en él.
Estoy convencido de que la normativa que hoy analizamos es un avance en este sentido, puesto que apunta a ampliar la competencia y evitar la concentración del mercado, deviniendo en mayores cantidades operadas y valores más competitivos que fomenten la inversión real.
Este proyecto disminuye el riesgo del mercado y amplia las opciones de financiamiento. Se instauran diferentes instrumentos financieros que impulsan y transparentan las metodologías de financiamiento interno y externo que tienen las empresas.
Por otra parte, es un avance en la federalización de las inversiones. La incorporación de nuevos instrumentos como letras hipotecarias y los fondos cerrados de inversión evoluciona a mercados desarrollados de capitales que brindaran a todo el Estado Federal un incremento de la inversión financiera y real que impulse en forma genuina y sostenida el crecimiento de nuestra economía.
Uno de los aspectos que me gustaría resaltar de este proyecto, por la sencillez de su aplicación y por su alcance en la economía real, es que las micro y pequeñas empresas podrán utilizar facturas transmisibles y negociables como un título de valor con carácter ejecutivo para su cobro.
Esta factura electrónica de crédito, que puede descontarse en el mercado como un cheque, es una verdadera innovación para el financiamiento de las PyMEs en términos legales, una considerable mejora por sobre la ley 24760 de factura de crédito, que pone a las pequeñas empresas a resguardo de las tasas usurarias que oprimen a los eslabones más débiles de las cadenas financieras. Por si fuera poco, como externalidad positiva la implementación de este sistema coadyuva al sinceramiento fiscal.
También deseo subrayar que esta ley redefine las facultades de la Comisión Nacional de Valores, que debe ser garante de la regulación y transparencia del sistema. Estamos avanzando hacia un paradigma de Estado presente y activo, dejando atrás una era en la que la supuesta vigilancia del Estado era un eufemismo de la extorsión, en este caso a través de la posibilidad de intervenir discrecionalmente empresas.
Este proyecto contempla muchas innovaciones más, pero en honor a la brevedad solamente quiero hacer hincapié en estos aspectos técnicos que considero muy relevantes.
No tengo la menor duda de que a partir de este nuevo régimen nuestras empresas –y particularmente las más pequeñas- van a tener más posibilidades de acceder a fondos para financiarse y que, de la mano de la reactivación de nuestra economía, muchos más argentinos van a estar dispuestos a proveer estos fondos.
Más allá de una ley de financiamiento o de mercado de capitales, estamos frente al inicio de una revolución cultural, donde necesitamos terminar con el prejuicio de que los mercados de capitales son para las grandes empresas y que invertir es solamente para multimillonarios. Tenemos que terminar con el prejuicio de que el mercado de capitales es una timba y comprender que, no sólo en los países desarrollados sino también en la región, es una alternativa válida para volcar recursos a la economía real y productiva.
Hemos emprendido el camino del desarrollo sostenido y debemos seguir firmes, sin aflojar. Pero para eso necesitamos más crédito para quienes producen. Sueño con un país en el que millones de pequeñas empresas puedan asociarse a millones de pequeños inversores –esos que hoy preservan sus ahorros en un plazo fijo o que si les sobra plata compran un auto nuevo-.
Para lograr esto, que es posible, necesitamos instrumentos más sencillos, atractivos y transparentes. Esta ley es un enorme paso en este sentido. Por ello, señor Presidente, anticipo mi voto por la afirmativa.
 

 

 

 

 

 

 

 

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