1. INSERCIÓN SOLICITADA POR LA SEÑORA DIPUTADA ABDALA DE MATARAZZO

Interrupción voluntaria del embarazo

El proyecto que venimos hoy a debatir en este recinto refiere, como eje central, quizás uno de los derechos a tutelar más importantes de cualquier ordenamiento jurídico, como es el “Derecho a la Vida”.

En el transcurso del debate y las audiencias públicas en el seno del plenario de comisiones, las argumentaciones dadas van desde sostenimientos ideológicos de unos hasta demonización de otros, y confluyen en la determinación de dos posturas casi antagónicas.
Por un lado, están quienes sostienen que se debe permitir la interrupción del embarazo por la simple manifestación de la mujer o gestante, garantizando su derecho a decidir sobre su propio cuerpo. Por el otro lado, entre los que me incluyo, estamos quienes sostenemos que hay vida a partir de la concepción y, por lo tanto, dos vidas que se deben proteger, la de la mujer gestante y la del niño que crece en su vientre, y considero en este caso que es vital y fundamental garantizar los derechos de ese ser.
Como se desprende del debate en los que se manifiestan a favor de la interrupción voluntaria del embarazo, están señaladas todas las garantías y reconocimientos de derechos para una sola persona, la madre o gestante, dejando totalmente desprotegida a la más importante, la del niño por nacer.
Todo ello incurre en una contradicción, ya que la misma Constitución argentina establece que el derecho a la vida tiene su génesis desde el momento de la concepción y se encuentra consagrado en varias constituciones provinciales. Ese derecho está protegido por la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en el que se reconoce que "persona es todo ser humano" a partir "del momento de la concepción y que "nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente".
En ningún momento el dictamen hace referencia a proteger al niño por nacer, a la vida que lleva la madre gestante en su cuerpo, la cual, por la simple manifestación de la voluntad de esta última, se pretende eliminar.
Posteriormente, se establecen plazos arbitrarios dentro de los cuales se puede proceder libremente a la interrupción del embarazo con la simple manifestación de la voluntad de la madre ante el profesional de la salud.
Además, detallan una serie de obligaciones a las provincias y sus sistemas de salud que nadie sabe ni han explicado con qué fondos se garantizarán.
Pues bien, por un lado, en ningún artículo se hace referencia a los fondos para financiar la enorme erogación presupuestaria que demandaría todo lo descripto. Yo me pregunto: ¿cómo van a hacer los sistemas de salud provinciales? ¿De dónde saldrán las partidas para solventar no solo la etapa previa a la realización del aborto, sino todo el seguimiento posterior?
El establecer procedimientos específicos corresponde claramente a las provincias, por lo que en el dictamen hay un claro abuso en cuanto a las facultades no delegadas por las provincias a la Nación, lo que sumaría otro planteo de inconstitucionalidad a la norma.
Por último, quiero centrarme en lo que creo más importante de este debate, que es la protección de la vida. A pesar de manifestarme en contra del aborto, destaco, a modo de autocrítica, que este tema haya servido para que volvamos al origen de todos nuestros desaciertos en materia de políticas públicas, que es no centrar el foco en la educación.
En este mismo ámbito se ha tratado y debatido la ley de educación sexual integral y diversas leyes sociales, que sorprendentemente y trascurridos varios años desde su sanción, aun no se han implementado en forma generalizada en la formación escolar de todos los niveles.
Educación es sinónimo de información que sirve de recurso fundamental para que, principalmente, los adolescentes puedan discernir y actuar a conciencia al momento de generar una relación sexual. Concientización para la prevención, esta es la bandera que debemos enarbolar para evitar tantos riesgos en la salud y tantas muertes inocentes.
No reduzcamos la historia ni simplifiquemos la coyuntura. Frente a las amenazas de vida en todas sus formas, sintámonos desafiados con imaginación creativa a construir la casa común y, como bien señaló el Papa Francisco, "los que van a nacer deben ser siempre escuchados, por lo que, en definitiva, la vida siempre debe ser tutelada y amada desde la concepción a su fin natural”.
Creo personalmente en sus palabras y claramente pienso, como legisladora, que la vida de la madre y la del niño deben ser nuestros objetivos a preservar, respetar y revalorizar.

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